Quizá sean demasiadas entradas para un solo día,pero así compenso para otra vez.
Es que no lo he podido evitar. Acabo de ver a Aznar haciendo nuevamente el papanatas en Israel, reduciendo el conflicto árabe-israelí a una papa incomprensible que se le acumulaba en la boca en un desesperado intento de expresarse en inglés que, como ya le pasa con su español, es cada vez una suerte más difusa de nueva lengua solo para iniciados en el aznarés.
Con los que he hablado ya del tema, saben que el personaje, que no la persona, me fascina. Es el ejemplo más alucinante de alguien al que le engulló su propio personaje, que como un buen clown shakespeariano (qué difícil escribir esto) ya no importa lo que diga: hace reir con su ignorancia.
La última expresión acuñada por Josemari, aquello de que Obama era una excentricidad o frivolidad histórica o algo así, es absolutamente genial si te recreas en el individuo dándole vueltas al tarro para decir algo que suene erudito e iconoclasta. Dicho por cualquier otra persona es un aforismo despreciable, viniendo de este sujeto induce a la carcajada.
Lo que ya no es tan de risa (aunque hay que reconocer que ha degenerado con los años) es que este tipo haya gobernado este país, orquestado la mayor ofensiva ideológica de la ultraderecha española en democracia y haya apadrinado aventuras sangrientas cuyas consecuencias todavía tendremos que ver.
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