jueves, 24 de diciembre de 2015

CALUROSA NAVIDAD



Aquel tipo lo estaba pasando fatal. Embutido en ese abultado traje rojo, los pequeños espacios que se le adivinaban entre el gorro y la barba postiza estaban perlados de sudor. No obstante aquel Papá Noel seguía desempeñando su cometido con profesionalidad. Ni puso mala cara cuando el grupo de surfistas se quiso hacer una foto con él, en medio de gran cachondeo a la entrada del centro comercial.

Pero tampoco dejemos de reconocer que eran unas navidades más frescas que los últimos años. El termómetro apenas llegaba a los 30 grados al mediodía y luego iba refrescando. Llegada la noche ya se iba agradeciendo echarse una sábana a la hora de dormir. Lo peor, eso sí, siempre es la humedad. Es lo que tiene vivir al norte de la meseta, primera línea de playa.

Tampoco todo lo que nos trajo el cambio climático es tan malo en verdad: poder pegarse un baño por las mañanas a pocos metros de casa, esos cocos tan excelentes que disfrutamos y exportamos... Cierto es que nuestro vino no es el que era, ¡pero qué dátiles producimos, qué maravilla nuestra agua de chumbera! Por no decir lo que hemos mejorado en nuestros niveles de colesterol, o lo mucho que ha agradecido nuestro colon la ausencia de ahumado en la dieta. Y es que no hay quien cure embutido con esta temperatura.

En fin, que camino de la pescadería me hallaba, como siempre a última hora, para adquirir el principal de la cena de Nochebuena. Tampoco es que pensara que iba a faltar género, contando como lo hacemos con una maravillosa flota pesquera. Y efectivamente no me equivoqué: aquella anchoa era mía. Por las nubes se había puesto, la escasez es lo que tiene, pero la población se iba recuperando merced al tropecientos convenio internacional para la protección del medio marino. Es cierto que los anteriores no había salido del todo bien -sentí especialmente la desaparición de los calamares-, pero nuestro gobierno nos decía que esta vez sí, que ahora era la buena.

Me entretuve en darme una vuelta por el centro comercial. En la zona de las televisiones tenían sintonizado y a todo volumen "Te achicharro vivo". Es el programa de más molón del canal más visto, la clave de su éxito. Fruto de ello, el programa cada vez tiene más espacio en su parrilla, van ya por las 10 horas de emisión diarios. Me quedé un poco a ver y escuchar. Analizaban el resultado de las últimas elecciones, que habían ganado los de siempre. Los laboristas habían vuelto a quedar segundos, muy lastrados por el mordisco que les había pegado el Partido de la Voluntad. La propuesta de estos últimos en cuanto a bajar el nivel de los mares al de hace cien años, les había reportado gran éxito frente a los aguafiestas de los laboristas, que decían que era físicamente imposible. De hecho en la tele afirmaban que el recuento había sido ese, pero que tenían un sondeo hecho 5 minutos después, que daba ventaja a los de la Voluntad y en el que los laboristas desaparecían; por ello, en ese mismo instante el líder "voluntarista" exigía la presidencia del gobierno. Con los laboristas ni agua, decía, que no habían visto llegar la crisis hace ciento y pico años y no tenían legitimidad.

En fin, lo de siempre. Tampoco podía quedarme mucho más a ver nada porque tenía que reincorporarme a mi trabajo de diez minutos de hoy y antes tenía que dejar la anchoa en casa. Las cosas iban francamente bien desde la última reforma laboral, de hecho mis jefes me habían dicho que si la prima de riesgo seguía bien, estaban dispuesto a ampliarme el contrato otros 10 minutos...en B, por supuesto. Lo cierto es que estaría muy bien, quizá así pudiera hacerme un buen seguro que me permitiera ir al médico de cabecera una vez al año.

Me iba a marchar cuando cambió la imagen. Ahí estaba, 120 años al frente del gobierno y hecho un chaval, transmitiendo confianza y otra vez ganador. Quizá en las próximas se puedan poner de acuerdo los 250 partidos de la oposición y a lo mejor hay cambio.



¡Lo bueno del cuento es que es ficción, exclusivamente ficción!

¡Felices Fiestas y Próspero Año Nuevo!

Ibán García del Blanco