jueves, 24 de abril de 2014

BIENVENIDOS AL CRUSTÁCEO CRUJIENTE, BIENVENIDOS A RTVE






Reproduzco aquí la columna que publiqué originalmente en el diario digital Huffington Post, que podéis visitar en este enlace:

http://www.huffingtonpost.es/iban-garcia-del-blanco/bienvenidos-al-crustaceo-_b_5186355.html?utm_hp_ref=spain

“Bienvenidos al Crustáceo crujiente, donde el reloj de la evolución camina hacia atrás”. Cuando comencé mi interpelación en el Senado sobre Radio Televisión Española (RTVE) al ministro Montoro, a principios de este mes, no puede evitar acudir a una cita del genial Calamardo. Sí, ese calamar quejón (“repunante”, que diríamos en mi pueblo) de los dibujos de Bob Esponja, que a veces veo y disfruto con los peques en casa; por cierto, a ver si quién programa en Clan TVE se acuerda de poner algún capítulo nuevo, porque...

Reformulando esta frase podríamos resumir lo que ha sucedido en este país: “Bienvenidos a la España del PP, donde el reloj de la evolución camina hacia atrás”. Y uno de los lugares donde mejor se puede ver esto reflejado es RTVE.

Cuando el PP llegó al poder heredó una corporación saneada (enjugados más de 7.500 millones de € de déficit del “aznarismo”) y con una ley de financiación propia, la 8/09, que aunque necesitada de retoques debido a este ciclo económico, establecía una senda cierta de ingresos.

Asimismo, desde la aprobación por Congreso y Senado de la Ley 17/2006 y el posterior Mandato Marco, se habían establecido claramente los principios que el ente debía seguir para cumplir con la encomienda de servicio público. El que la presidencia de RTVE tuviera que contar con 2/3 de los votos del Parlamento, aseguraba la necesidad de consenso e independencia en la dirección del canal público.

De la sustancial mejora de la gestión de RTVE dan buena muestra las audiencias crecientes a partir de 2007, tanto de la radio como de la televisión pública, así como el sinfín de reconocimientos y premios internacionales por su calidad e independencia del poder político. De esta forma parecía que España había superado definitivamente la época de la gubernamentalización y de las condenas por manipulación informativa - acordémonos del célebre “ce-ce-o-o” del inefable Urdaci- ; ya no mirábamos a la BBC con complejo de inferioridad.

Pues bien, de lo primero que hizo el ejecutivo de Rajoy al llegar al poder, fue aprobar un Decreto-Ley – evitando así el control previo de las cámaras- para dinamitar la exigencia de los 2/3 para elegir un presidente de RTVE, de forma que el PP en solitario, con la complicidad de CIU (qué pronto se ponen de acuerdo cuando les interesa), escogió como nuevo presidente a Leopoldo González-Echenique Castellanos de Ubao (respiren).

Lo que vino después fue una auténtica bacanal de gubernamentalización del ente.
Recordemos que se nombró jefe de informativos a Julio Somoano, cuya  tesis de Máster había sido: “Una estrategia de comunicación para la victoria electoral del Partido Popular”; en la que reflejaba pensamientos tales como: “el PP no debería dejar pasar una forma de politización, como es hacerlo en programas de entretenimiento”. No nos extrañemos de que se comenzaran a hacer chistes que cambiaban “Águila Roja” por “Águila Azul”…

A partir de aquí denuncias de manipulación constantes en el Consejo de Informativos y por parte de la plantilla, periodistas que se niegan a firmar informaciones… Hasta hemos tenido que pasar por la vergüenza de que a mediados del año pasado el Consejo de Europa denunciara injerencias gubernamentales en RTVE, situándonos en el nivel de libertad informativa de países como Rusia, Bielorrusia, Azerbayan… o el reciente espacio de mítines de nuestro presidente del Gobierno: Turquía.

No es ya solo la transformación del ente en una RTVE al servicio del Partido Popular, sino también la baja calidad de muchos otros programas, rozando incluso la chabacanería. Tenemos una televisión pública en la que los ejemplos para el Día de la Mujer Trabajadora de este año fueron la duquesa de Alba o Tita Cervera…en la que la presentadora del magazine de la mañana se pregunta si el alma de los delincuentes se traslada a las personas que reciben sus órganos en donación…una cadena pública que mantiene un programa que hace filosofía de la caridad y las miserias expuestas en público como “Entre Todos” – que podría ser un título perfecto para el PP en el Caso Bárcenas-.

“Deduzco que a su señoría no le gusta nada la programación de RTVE” me espetó Montoro durante el debate. Efectivamente, no me gusta mucho. Pero el problema no soy yo, el problema es que a la ciudadanía española tampoco le gusta. Los datos de los telediarios de la televisión pública son desastrosos: han perdido más de un millón de espectadores desde 2012, TD1 ya es el tercero en su franja…

Los datos de RNE no son mejores: según el Estudio General de Medios (EGM) de 2013, la radio pública ha perdido 700.000 oyentes.

Pero es que además hemos vuelto a la senda del déficit disparado en lo económico. Los datos de los ejercicios 2012 y 2013 arrojan un déficit de 113 millones de euros, que amenaza con ser estructural y repetirse este 2014.

“Si como dice usted ya no la ve nadie, ¿entonces qué le preocupa?” me decía el ministro de Hacienda. Pues me preocupa una deriva de RTVE hacia el modelo Tele Madrid, o aún peor, hacia Canal Nou. Me preocupa un canal público, financiado con nuestros impuestos, que funcione como un chiringuito del PP. Me preocupa un ente desprestigiado que ya no vean más que los “acólitos”. Me preocupa la situación de un canal que transmite la imagen de España hacia el exterior.


Desde el PSOE hemos pedido al Gobierno que vuelva a caminar hacia delante, que recupere la senda del consenso. Que acordemos con la mayor concertación posible un modelo sostenible y de futuro de RTVE, que sirva además para cumplir el mandato de servicio público. Sinceramente, no tengo más esperanzas de que el PP recupere la cordura en este tema de las que tengo en que la recupere en otros mucho asuntos. Y bien que lo siento.

¿INVENTAMOS EN LEÓN EL AJEDREZ?



Reproduzco aquí el artículo que publiqué en el digital ILEON.com , que podéis encontrar en este enlace:
http://www.ileon.com/deportes/039203/inventamos-en-leon-el-ajedrez


Todavía me acuerdo de un libro de esos de antes, grande con tapas blancas duras, titulado algo así como “ajedrez para niños”.  En las primeras páginas con unos dibujos dignos de las “Mil y Una Noches”, una fascinante explicación de dónde había nacido el ajedrez y cómo había llegado a España y Europa.
Me asombra que me acuerde todavía, porque sería una de las primeras cosas justo después de aprender a leer. Me podía la curiosidad de descubrir algo de ese arcano indescifrable al que mi padre dedicaba estudio en casa (menos) y práctica, jugando partidas rápidas con el ansia del que sabe que apenas le quedan “solo” unas decenas de miles por jugar a lo largo de su vida ¡Y ahí sigue!

Como una de esas imágenes que se te quedan durante toda la vida, me acuerdo de cómo relataba una fábula procedente de la enigmática India, en la que se supone que nació el primer juego parecido al ajedrez. Contaba cómo un sultán o marajá muy aficionado al juego,  iba a ver a un gran jugador de ajedrez, al que la ilustración dibujaba con el aspecto de un asceta sentado con las piernas entrelazadas. No recuerdo muy bien si por admiración o por el pago de una apuesta, el caso es que el sultán de marras le pedía al sabio que le dijera qué es lo que deseaba. Éste le respondía que poca cosa, apenas un grano de trigo por la primera casilla, dos por la segunda, cuatro por la tercera…y así hasta 64. Ante semejante fruslería, el jerarca automáticamente decía que sí, para comprobar después de hechos los cálculos, que no había suficiente grano ni en su reino ni sobre la faz de la tierra, para pagar el compromiso.

Estos días hemos sabido a través de un investigador holandés que en el Reino de León se “inventó” el juego del ajedrez durante la Alta Edad Media. Parece que muchos de nuestros monumentos tienen representaciones de un juego llamado “alquerque”, una variante primitiva del moderno ajedrez. Y parece que así se descarta un posible origen del mismo en la vecina Francia.

Así a bote pronto y sin ser un experto, tiene cierta lógica que un juego que en cualquiera de sus variantes, parece que indubitadamente vino de Oriente siguiendo varios caminos (su historia es tan fascinante como la de la misma humanidad), haya pasado primero por la Hispania cristiano-musulmana y en ella, por el más importante reino de la época. Lo de haber inventado el ajedrez…no dejemos que nuestro entusiasmo nos haga parecer como algo menor el ser, nada menos, que la cuna del mismo en Europa.

León “Cuna del Parlamentarismo”, el primer “europeo” (y un guaperas por lo que parece), el santo grial…uno se pregunta si esta falta de perspectivas de futuro tendrá algo que ver con tener tanto pasado. Y es que en esta tierra con un legado histórico que permitiría dar material a Hollywood para todo el siglo, parece que en lugar de aprovecharlo preferimos mirarlo con ensimismamiento. Como ese héroe veterano que vuelve a casa y al no saber adaptarse refugia su melancolía en una botella, mientras recuerda sus hazañas y los más jóvenes lo toman a pitorreo.

Volviendo al ajedrez, esta tierra ha dado jugadores muy notables y siempre ha tenido mucha “vidilla” en el panorama ajedrecístico. Torneos como el Magistral (que desaparecido Linares es el verdadero “clásico” en este país), torneos abiertos de toda índole, la época dorada del club ENDESA de Ponferrada…un puñado de jóvenes que actualmente tienen gran proyección (hasta campeones de España), maestros como Sión, el berciano Corral…ajedrez en los colegios desde hace décadas…grandes jugadores y divulgadores como “Nepo”…

Para mi supuso un hito personal (y casi despedida del ajedrez a cierto nivel) la invitación que me cursaron para jugar con España el Campeonato del Mundo Universitario, que se celebró en la Facultad de Filosofía y Letras de León en 1996. Recuerdo con satisfacción que tras un comienzo desastroso logré finalmente estar entre los primeros cuatro españoles clasificados, los que sumaban la puntuación total del equipo. El sabor amargo fue quedar finalmente subcampeones tras haber comandado la clasificación todo el torneo.
El peso específico de los países en el contexto mundial ha tenido siempre una extraña relación con su peso también en el ajedrez. Así pasamos de la hegemonía de la España de Ruy López de finales del siglo XVI, a la de la Francia de Philidor de principios del XVIII. Del reinado del austro-húngaro Steinitz a principios del XIX, a su derrota frente a la hegemonía prusiana de Lasker a finales del mismo siglo.  Vivimos la Guerra Fría con el enfrentamiento de la Escuela Soviética con el anárquico, genial y desquiciado Fischer. Vivimos el Glasnost con el brutal Kasparov, la emergencia de la India (después de tantos siglos) de la mano de Anand…

Con esto último quiero arrimar el ascua a mi sardina y  pedir que se invierta en ajedrez, porque es muy rentable: es obvio que el desarrollo de los pueblos tiene que con su nivel ajedrecístico… Bien, el silogismo es absurdo, pero no lo es si invertimos los términos: el desarrollo intelectual  de las sociedades, suele ser parejo al de su ajedrez.


Ojalá en no demasiado tiempo León tenga un campeón/a mundial. Y mientras abandonemos un poco nuestra melancolía y añoranza de tiempos gloriosos, nuestro rencor hacia ese mundo que no nos da lo que merecemos y aprovechemos activamente ese pasado como palanca para conquistar el futuro.

martes, 1 de abril de 2014

LOS MONUMENTS MEN




Esta columna la publiqué originalmente en el diario digital Huffington Post, cuyo enlace es el siguiente: http://www.huffingtonpost.es/iban-garcia-del-blanco/los-monuments-men_b_5048331.html?utm_hp_ref=spain 

Continúa todavía en nuestros cines “Monuments Men”, película dirigida por George Clooney, que narra la acción de la brigada creada en 1944 por el mando aliado durante la Segunda Guerra Mundial, encargada de recuperar el arte europeo robado y escondido por los nazis durante la ocupación y devolverlo a sus lugares de origen.

La película es amable de ver y de factura correcta, pero en mi opinión está muy por debajo de la fascinante y sorprendente historia real en la que está basada. Baste ver, si se tiene la ocasión, el documental que realizó National Geographic coincidiendo con el estreno de la película y en el que además participan el propio Clooney y varios actores - ¡qué gran reparto, por cierto! - , que supera ampliamente en emoción y viveza a un filme que al menos a mí me dejó frío.
La brigada de los “monuments men”, formada por unos cientos de personas desperdigadas por toda Europa, recuperó y devolvió millones de piezas a sus países y lugares de origen. Con gran heroísmo desarrollaron una actividad, que no siempre fue bien entendida por quiénes  pensaban en ello como una frivolidad en mitad de una guerra que estaba devastando el mundo y llevándose millones de vidas. Pero efectivamente, este grupo ayudó a recuperar parte de nuestro patrimonio común, de la identidad cultural de Europa, aquello que representa y representaba lo mejor de nosotros mismos.

Sobre lo que probablemente Hollywood no haga una película (ojalá me equivoque) es cómo al mismo tiempo que sucedía lo narrado por Clooney, en Italia los aliados desarrollaban exactamente una labor inversa.

Efectivamente, este mes pasado se cumplieron 60 años desde que se produjera el mayor bombardeo de la historia sobre un único edificio. El 15 de Febrero de 1944 cientos de fortalezas volantes B 17, descargaron 600 toneladas de bombas sobre el monasterio benedictino de Monte Cassino. Así se destruyó una de las joyas más importantes de la historia de la humanidad, esta magnífica abadía del siglo V, decorada con frescos irrepetibles. Y lo que es más grave, el bombardeo acababa con cientos de lugareños que se habían refugiado en el edificio previendo que estaría libre de acción bélica.
No había un soldado alemán en todo el perímetro, ningún reconocimiento había detectado presencia germana en el edificio; estos habían declarado el monasterio zona libre de combate. De hecho los paracaidistas alemanes auxiliaron a los supervivientes y utilizaron el hecho para que el mundo viera cómo los americanos “pretendían a arrasar la cultura europea”. Militarmente el bombardeo solo sirvió para proporcionar una zona elevada y derruida ideal para que, entonces sí, se atrincheraran los alemanes. Las ruinas solo cayeron ante los paracaidistas polacos del general Anders, después de semanas de combates terribles.
El cómo se tomó esta decisión absurda y equivocada desde todos los puntos de vista, es un buen ejemplo de cómo siguen ocurriendo las cosas incluso hoy. La abadía se enclavaba en la llamada “línea Gustav”, perímetro defensivo que los germanos establecieron al sur de Roma.
Tras un primer ataque infructuoso y con muchas bajas, el comandante en jefe del mando aliado del Mediterráneo, el general americano Mark Clark, comenzó a recibir críticas dentro y fuera por su forma de dirigir la guerra. Muchas que le acusaban de ser muy blando con las poblaciones locales y de tener más en cuenta el patrimonio histórico italiano, que las vidas de sus soldados. En ese sentido, el monasterio de Monte Cassino se convirtió en la víctima propiciatoria ideal para ejemplificar esta máxima. Forzosamente este punto debía ser destruido, porque forzosamente los alemanes lo debían de utilizar como parapeto. Daban igual las evidencias, hasta los medios de comunicación americanos (como el New York Times), acusaban a Clark de pusilánime e irresponsable y reclamaban la destrucción del enclave.

Este argumento fue capitalizado por el general neozelandés Freyberg (vapuleado en Grecia y Creta), que desarrolló una auténtica campaña dirigida a bombardear Monte Cassino. Una vez que este bombardeo se produjo, este mismo sujeto afirmó en su delirio, que pudo observar figuras ardientes de alemanes tratando de escapar entre las ruinas.

Hoy en día se asume este hecho como un tremendo error aliado. Es una buena muestra de que el mismo ejército que organizó los “monuments men”, también recogía en su seno verdaderos “anti monuments men” y es importante conocer siempre las dos caras de la misma moneda.
Y también es una buena muestra de lo que la psicosis colectiva, la intoxicación informativa y la cobardía de quiénes se cruzan de brazos, puede llegar a provocar. Una prima donna como el general Clark, perfectamente consciente de lo equivocado de la acción, pero presionado por la obsesión de su imagen pública, pudo pararlo y no lo hizo por cobardía. Esto provocó la pérdida de cientos de vidas y de un patrimonio insustituible.

La historia castigó el ego de Clark cuando prácticamente el mismo día de su gran triunfo, se produjo el Desembarco de Normandía, lo que convirtió su soñada “conquista” de Roma en un hecho secundario.