martes, 9 de febrero de 2010

"UNA TERTULIA INESPERADA"


Me apetecía transmitir un vivencia muy personal y que, pese a que comprendo que tiene traducción explicación en toda su magnitud, me llenó de gozo. Pero supongo que para eso están los blogs personales, ¿no?, para rebozarnos en todo nuestro "frikismo" cual gochín en la piara.

Los/as que hayáis leído "El Hobbit" seguro que recordáis el primer capítulo del libro, en el que Bilbo Bolsón está de lo más tranquilo en casa, cuando un mago le comenta que pasará a visitarle unos días más tarde junto con otro amigo amigo suyo, un enano. Ese mismo día, el desventurado hobbit recibe la esperada visita y les ofrece un té y sus mejores viandas. A partir de ahí, uno a uno o en grupos más grandes, alegando el mago que no se acordaba muy bien de que iban a venir, se van incorporando enanos y enanos, hasta que se juntan (creo recordar) hasta 13 enanos en el agujero hobbit, acabando con toda su reserva de té, cerveza, comida y tabaco para pipa de la Cuaderna Oeste, acabando por demás con su apreciadísima tranquilidad.

Pues bien, la pasada semana había quedado en un bar situado en la Plaza de San Marcelo, en "El Capricho", que para quienes no lo conozcáis, pasaría por un buen trasunto de agujero hobbit, con unas escaleras que bajan a una especie de sótano acogedor, forrado con maderas y repleto con los más deliciosos manjares.

Decía que no bien llegado, comprobé que un par de compañeros munícipes habían llegado antes y se encontraban hablando con un funcionario municipal y su mujer. Aquél se apresuró a convidarme a una consumición, explicando que estaba en ronda, consumición que sin más acepté, sin más apreciaciaciones por parte de nadie.

¡A partir de ahí, os prometo que la más vívida imagen del libro, después de tantos años, se me fue formando en la mente! Uno tras otro, con un breve intervalo que hacía más teatral la escena, fueron llegando hasta cuatro personas más, que en ese lugar tan pequeño iban abarrotándolo! ¡El pobre funcionario fue consecuentemente haciendo ofrecimientos a uno, dos, tres...en el cuarto la cara era ya un poema y su risa nerviosa, por el tamaño que estaban tomando los acontecimientos y sólo en ese mismo momento procedimos a tranquilizarle!

Valga este comentario para agradecerle a este particular Bilbo Bolsón la invitación y mucho más por la recreación de un cuadro tan querido para mi.

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