sábado, 13 de febrero de 2010

EL "MARICHALAZO"



La pasada semana pudimos ser testigos de una de esas escenas que por su estética pueden marcar una época, identificar por sí mismas toda una era, un tiempo. Ocurrió con las imágenes de Amstrong paseándose por la Luna, la entrada de Castro en La Habana, los equilibrios de beodo encima de un tanque de Boris Yeltsin en las calles de Moscú, la caída de la estatua de Sadam en la toma americana de Bagdad…

Son instantes congelados que se quedan en nuestra retina y que le sirven a un redactor perezoso para no tener que estrujarse mucho la cabeza a la hora de decorar una información.

La de la semana pasada las supera a todas. Me refiero a la salida de la estatua de Jaime de Marichalar (“Maricharlar” desde aquél especial de Martes y Trece hace tantos años) del museo de cera de Madrid.

La cobertura ha sido digna del calibre del acontecimiento y así no ha habido telediario, página web o periódico que no se hiciera referencia y mostrara imágenes del acontecimiento. Así pudimos saber el común de los mortales, que ya la estatua había sido castamente alejada del lugar en el que reposa la familia real de cerumen, de la forma más discreta , en tanto en cuanto no se le daba solución definitiva al stand by sentimental en el que se encontraban la infanta Elena y su ya exmarido.

Realmente (valga la redundancia) no sé que es mejor, si la salida de la estatua en brazos de una operaria a vaya usted a saber dónde o la solución intermedia que se había dado. No sé quién es el director del museo, pero lo que está claro es que es un cachondo.

El escogerle nueva ubicación cuando se anunció el “cese de la convivencia” de la pareja y decidir apoyar al sujeto en la barrera de un coso taurino de pergolete, es una idea tan genial que no puede haberse tomado en serio. Invito a observar la estampa del exinfanto reclinado en mitad del torerío con ese traje más propio de una enterrador y esa expresión en la cara que, mejorando la real, puede cortar una digestión a medio terminar.

Siempre me han fascinado figuras del estilo, pero la de Maricharlar es el epitome de todas ellas. Esa estampa y comportamiento de aristocracia de provincias cutre, venido a más en la intrasociedad madrileña casposa y más cutre, requiere un estudio más pormenorizado. Un absoluto arquetipo clasista, facha esencialote y pretendidamente icono de la moda pijil, que seguro que al conocer, invita más a clasificarlo para su estudio que a saludarlo.

La imagen de su salida del panteón de los vips nacionales ha tenido que ser un golpe duro para quien, ya de no destacar por su espíritu aventurero (excepción hecha de sus viajes “democratizadores” a Cuba) como el tarzán de su hermano Álvro (creo que es el hermano) y sus desafíos extremos en moto de agua, al menos había sabido casarse bien.

Qué estampa la de D.Jaime sacado a hombros de su improvisado coso, triunfando como los toreros, con esa expresión inmutable y la inverosímil posición del brazo que invita a pedirle una caña y unas gambas.

Bueno, que me pierdo, que el personaje me encanta, observadlo por vosotros/as mismos/as.

Por cierto, ¿qué harán con la estatua, la tirarán a un contenedor, harán velas con ella…?


http://www.youtube.com/watch?v=tcch_34G_I0

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