viernes, 1 de septiembre de 2017

EL PSOE Y LA IZQUIERDA EN EL ACTUAL TIEMPO POLÍTICO ESPAÑOL





Comparto aquí la versión en español del artículo que me encargó la revista "SPW", vinculada al SPD alemán (aquí el link a la página y al original , cuyos contenidos son de suscripción: http://www.spw.de/xd/public/content/index.html )

En este número se pretende hacer un análisis sobre el estado de la socialdemocracia y la izquierda en varios países de Europa, con atención también a los "nuevos partidos"; obviamente a mí me ha tocado el PSOE y la izquierda española. Intento hacer  un análisis algo menos telegráfico sobre el tiempo político español que los que solemos leer (y escribir). 

Hay que tener también en cuenta dos cosas: 
- El escrito está entregado en Julio.
- El texto explica algunas  nociones básicas e intenta simplificar algunos aspectos muy complejos, teniendo en cuenta que el lector no es español y no es necesariamente un experto sobre política española.

Espero que lo disfrutéis y podamos comentarlo. A continuación va:


EL PSOE Y LA IZQUIERDA EN EL ACTUAL TIEMPO POLÍTICO ESPAÑOL

Cualquiera que hubiera visto la situación del mapa político de España en octubre de 2016, y posteriormente se hubiera ido a una cueva y ahora acabara de volver, pensaría que estaba ante un país distinto. Sobre todo, en lo que se refiere a la izquierda.

·         Las Primarias del PSOE, la catarsis

El PSOE se ha enfrentado este pasado mayo a un proceso de Primarias para elegir al secretario general, con características de cambio de era. Es inevitable que desde diferentes estancias y más aún por parte de algunos veteranos socialistas, se hiciera una comparación con el Congreso del PSOE que se celebró en 1974 en Suresnes (Francia), todavía en el exilio y en plena dictadura en España. Las tensiones entre la vieja guardia “en el exterior”, liderada por Rodolfo Llopis, y la generación formada “en el interior” de España, liderada por Felipe González, habían sido frecuentes desde el comienzo de la década. Pero la cita de Suresnes finalmente funcionó como un Congreso catárquico, en el cual se decidiría la propia alma del socialismo democrático español.

Triunfó el ala más vanguardista del PSOE y Suresnes fue el punto de partida de una homologación progresiva del socialismo español a los partidos socialdemócratas de nuestro entorno europeo. Sería en el XXIX Congreso, unos pocos años después, cuando en un gesto simbólico el PSOE de Felipe González eliminaba la palabra “marxismo” de los estatutos del partido y modernizaba definitivamente a un PSOE que consiguió parecerse mucho a la España que luego gobernó tantos años. El secreto del éxito del PSOE fue vehicular las ansias modernizadoras, europeístas y de cambio de una mayoría social, complementándolas con la seriedad y el realismo que representa el socialismo democrático.

Pero volvamos a nuestros días y observemos analogías. Tras el Comité Federal (máximo órgano del PSOE entre congresos, compuesto por unas decenas de delegados representativos de todos los territorios) del 1 de octubre de 2016, junto con otros hechos coetáneos (como la dimisión de la mitad de la Comisión Ejecutiva Federal), Pedro Sánchez dejó de ser secretario general del PSOE. Se improvisó en el mismo acto del Comité del 1 de octubre la constitución de una Comisión Gestora, que actuaría con funciones propias de Ejecutiva hasta la celebración del Congreso del partido (cuya organización tenía como encargo principal). Los propios estatutos del PSOE reflejaban de forma genérica la inmediatez con la que se debía celebrar el Congreso y no obstante eso, la Gestora se demoró en el poder nueve meses hasta que se celebraron las Primarias (21 de mayo de 2017). No se escapa que la razón principal para esta demora fue que la Gestora estaba compuesta mayoritariamente por quienes provocaron la salida del secretario general y que éstos estaban asustados por la negativa repercusión que la operación había tenido tanto entre la militancia, como entre la masa de votantes socialistas -efectivos o sociológicamente potenciales-. La Gestora decidió estratégicamente alargar el proceso, buscando que el tiempo bajara los ánimos y que eso permitiera que una candidatura “cercana” tuviera más posibilidades de ganar unas Primarias.

El fenómeno más curioso de este proceso que se desencadenó en octubre ha sido el del choque de legitimidades. El movimiento para derrocar a Pedro Sánchez fue protagonizado de forma principal por los líderes territoriales de las Federaciones del PSOE (cada Federación corresponde a cada Comunidad Autónoma- Lander), avalado por cuadros dirigentes (altos y medios), y por la vieja guardia del partido. Frente a ello, de forma masiva y a través de los medios a su alcance, la militancia de base, adormecida y/o desmovilizada en los últimos años, expresaba su disgusto con lo sucedido.
El motivo esgrimido para protagonizar el golpe de mano en el PSOE por parte de toda esa élite orgánica, tenía que ver con los resultados electorales tras las últimas elecciones y con la imposibilidad de formar gobierno en el Estado tras dos convocatorias electorales “fallidas”. Tras las últimas, el PP tenía la posibilidad de formar gobierno por la derecha con el apoyo de Ciudadanos (una formación de derecha liberal) y con el Partido Nacionalista Vasco-PNV -como finalmente ha hecho con estos primeros presupuestos recién aprobados-. Pero prefirió aducir excusas para no hablar con el PNV y trasladar toda la presión al PSOE, su gran rival. Para ello desarrolló una campaña de presión en la opinión pública que complicó todo lo que se suele definir como “establishment”, de tal suerte que ésta acabó culminando con un movimiento interno en el PSOE.

Una de las primeras decisiones de la Gestora fue abstenerse en el Parlamento para que Rajoy fuera presidente del Gobierno, lo que motivó que el grupo socialista se dividiera y que Pedro Sánchez abandonara su acta de diputado para no romper la disciplina de grupo, como exsecretario general que era. Las primeras encuestas de opinión ya reflejaban desde un principio un enorme coste en términos de apoyo hacia el PSOE, que se situaba detrás de Podemos, como tercera fuerza política en España en intención de voto (y angustiosamente cerca de la cuarta posición). La síntesis del resultado de la operación no pudo ser más desgraciada: un grupo parlamentario dividido, un partido roto, un secretario general dimitido, un enorme desgaste en apoyo social, una lucha interna descarnada por delante y una derecha que cómodamente se volvía a instalar en el poder.

El proceso de primarias, formal o informalmente, fueron 9 meses de una especie de “Gran Hermano” de exposición pública del PSOE frente a la sociedad. Finalmente compitieron tres candidatos: Pedro Sánchez (el reciente dimitido secretario general del PSOE), Susana Díaz (presidenta de la Comunidad Autónoma de Andalucía y secretaria general de la Federación más grande del PSOE) y Patxi López (ex lendakari/presidente de la Comunidad Autónoma de Euskadi). Pronto se vio que la batalla realmente se reducía a dos, Pedro Sánchez y Susana Díaz y que cada uno representaba dos modelos muy diferentes de modelo de partido y de país.

Susana Díaz era la candidata apoyada por la práctica totalidad de ex dirigentes significativos (como los expresidentes González y Zapatero), por los altos cuadros del partido y con mucho soporte por los mass media, o en parte del empresariado. Representaba la continuidad de un socialismo español refractario al cambio, más cerca del centro que de la izquierda (con un diálogo más fluido con el PP que con Podemos). Representaba asimismo un modelo de partido “de arriba abajo”, reservando la toma de las grandes decisiones en los organismos de dirección.

Pedro Sánchez era el candidato de las plataformas de los militantes de base diseminados por toda España, que se organizaban espontáneamente. Su candidatura era iconoclasta, rompía con determinadas líneas rojas que el socialismo español se había autoimpuesto por “responsabilidad de Estado” y reivindicaba una recuperación del programa socialdemócrata más transformador. Suponía el enfrentamiento frontal con la derecha española. Defendía Sánchez un modelo de partido más abierto, más participativo y en el que la militancia tuviera que ser consultada para la toma de las grandes decisiones (pactos de gobierno, mociones de censura…).

Contra todo pronóstico expresado por los grandes prescriptores de opinión, Sánchez ganó y además contundentemente. El ya secretario general del PSOE de nuevo, ganó con el 50´21 % de los votos, frente al 39´94% de Susana Díaz y el 9´85% de Patxi López. Sánchez ganó con suficiencia en todas las federaciones del PSOE excepto Andalucía (cuna de Susana Díaz) y Euskadi (cuna de Patxi López).

Las características del proceso fueron de enorme dureza, como no las había vivido el PSOE en 40 años. Hubo momentos en los que existía ciertamente la sensación de que el partido podía estallar en mil pedazos. Frente a otros procesos en los que las diferencias podían ser de matiz o afinidad personal, éste supuso una gran confrontación de modelos y muy probablemente haya marcado el devenir del PSOE para un gran ciclo de tiempo político. Por ello el proceso, tras una tensión acumulada desde que en 2010 el gobierno de Zapatero optara por abandonar la senda reformista para afrontar la crisis económica, ha tenido mucho de catarsis. Eso, junto con la contundencia del resultado, ha hecho que desde todas las partes se haya asumido el liderazgo de Pedro Sánchez, su modelo de partido y que, más allá de lógicas tensiones, todas las estructuras se vayan acomodando al nuevo modelo.

Quien predijo una gran escisión en el PSOE por parte del “alma” que saliera derrotada, parece que se ha equivocado. El 39 Congreso del PSOE, donde se eligió a la Comisión Ejecutiva Federal y se aprobó la “ponencia marco” (el programa político del PSOE para este mandato), fue de extraordinaria placidez y un cierre de filas alrededor de Pedro Sánchez. En este momento se están produciendo los congresos en las federaciones, que continuarán con los congresos en provincias y agrupaciones de municipio.

El PSOE ha definido un proyecto nítida y abiertamente de izquierdas, socialdemócrata, europeísta, federalista, ecologista, feminista y radicalmente enfrente de las políticas neoliberales. Un proyecto que aspira a reconectar con los votantes que nos han abandonado desde 2010 y a conectar por primera vez con toda una joven generación “perdida” para el socialismo democrático (que han optado por la abstención o por sumarse a opciones como Podemos). Un proyecto que, sin abandonar nuestra fuerte implantación en todo el territorio, vuelva a poner el acento en las clases medias urbanas de las grandes ciudades.

Los textos de las resoluciones políticas se pueden consultar en la web www.psoe.es

·         Sectores sociológicos de la socialdemocracia en España

España es una sociedad mayoritariamente situada en el centro-izquierda. El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), un organismo público, realiza encuestas para elaborar informes trimestrales cualitativos sobre la sociedad española. Una de las preguntas tiene que ver con el posicionamiento ideológico. Siendo 1 la extrema izquierda y 10 la extrema derecha, la media española está situada en el 4 “y mucho”. Se ha dado además el hecho de que, desde el comienzo de la crisis económica, la sociedad española ha ido progresivamente más hacia el 4.

Se da la circunstancia de que cuando se pregunta por el posicionamiento ideológico percibido en los partidos políticos, la mayoría sitúa al PSOE justo en esa media del país. Es un aforismo que se suele repetir el que “el PSOE es el partido que más se parece a España” e ideológicamente no puede ser más cierto. No obstante todo ello, desde las Elecciones Generales de 2008, que ganó el PSOE con más de 11 millones de votos, la sangría electoral ha sido muy acelerada; en las últimas Elecciones Generales el PSOE obtuvo apenas 5 millones y medio de votos. Las medidas contra la crisis tomadas por el gabinete Zapatero en 2010, rompiendo con los compromisos electorales e inaugurando “la austeridad”, desconectó al PSOE de grandes capas de la sociedad. El movimiento de “los indignados” del “15M” (15 de mayo de 2011), protagonizado fundamentalmente por jóvenes que se sentían traicionados y sin futuro, provocó además un desenganche con toda una generación.

Los apoyos que el PSOE ha recibido en los últimos tiempos son fundamentalmente:
·         Desde el punto de vista territorial, en pequeñas y medianas poblaciones, fuerte implantación rural.
·         Cualitativamente, obreros manuales, baja formación educativa.
·         Generacionalmente, personas entre 45 y 65 años.

Nada que no se corresponda con la situación vivida por los partidos socialdemócratas europeos desde la llegada de la crisis económica.

Curiosamente, el desgarrador proceso interno que han supuesto las Primarias del PSOE ha producido una gran oportunidad. La épica de la victoria de Sánchez, su victoria desde abajo, la hostilidad sufrida desde los sectores más identificados con el establishment español, le ha situado como una figura política muy valorada por la población progresista española. Y con él, el PSOE ha recobrado cierta “frescura de marca”, se muestra como un partido realmente renovado, que poco menos que “ha matado al padre” en términos freudianos. El PSOE ha ganado credibilidad en su reposicionamiento en la izquierda transformadora y ello lo ha vuelto a situar como la gran alternativa al Partido Popular.
Todas las encuestas realizadas desde el fin de las Primarias contemplan una subida en intención de voto por parte del PSOE y una valoración muy alta de Pedro Sánchez como líder entre los votantes ideológicamente potenciales. El PSOE vuelve a ser segunda fuerza en todos los sondeos, se aleja de Podemos como tercera fuerza y se acerca más a un PP asediado por sus casos de corrupción. El PSOE parece haber reconectado con una parte de esa generación 15M y post 15M, y recuperado apoyo entre votantes desencantados que habían huido a la abstención o a Podemos.

·         ¿Qué es Podemos, por qué nació y por qué creció tanto, cuál es su actual posición?

Podemos mantiene una extraña naturaleza múltiple; por un lado se conforma como un movimiento ciudadanos de base, por otro con cuadros medios del partido comunista y, por otro lado, es un movimiento diseñado en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid. Su núcleo fundador proviene de un grupo de profesores y gente cercana, muchos de los cuales habían militado o colaborado con Izquierda Unida (IU), la coalición a la que pertenece el Partido Comunista de España (PCE). Nace en un momento de gran convulsión social, en plena crisis económica y coincidiendo con una tasa de paro creciente, recortes en el Estado de Bienestar y con toda una retahíla de casos de corrupción asociados a los partidos tradicionales (fundamentalmente al PP). El movimiento Podemos capitaliza inteligentemente el espíritu del “15M”, conectando con él generacionalmente y ganándose además las simpatías en principio de una buena parte de la sociedad (independientemente de la edad y de que les votara o no). Con una agresiva campaña en las redes sociales (que los partidos tradicionales despreciaban) y aprovechando cada participación de sus portavoces en espacios políticos en las televisiones (hay que entender que el grado de politización social durante la crisis fue enorme y eso tuvo reflejo en los espacios en los mass media), supieron hacerse sitio como la voz de “los indignados”. La victoria del PP en las Elecciones Generales de 2011 y con ello la profundización en los recortes en los servicios públicos, el aumento de las desigualdades, y el carrusel de casos de corrupción, contribuyeron a avivar el fenómeno. Al mismo tiempo, un PSOE que se mostraba como un boxeador sonado tras perder 4 millones de votos, parecían confirmar a Podemos como alternativa al “austericidio”.

Su primer hito fueron las últimas elecciones europeas, en las que Podemos sacó más de un millón de votos y 5 eurodiputados. Eso les situó en el mapa definitivamente y se transformaron en el partido “de moda” en España durante mucho tiempo. Parecía que el fenómeno no tenía techo y sondeo tras sondeo la formación iba elevando su apoyo hasta convertirse en la primera en intención de voto. Recomiendo vivamente visionar, para entender el fenómeno, el documental llamado “Política, manual de instrucciones”, del director español Fernando León.

Podemos nació como fenómeno transversal, de corte populista, no era “ni de izquierdas ni de derechas”, pese al pasado izquierdista de la mayor parte de sus dirigentes. A medida que fue creciendo, iba concertando alianzas con fuerzas de corte regionalista y nacionalista. Asumía además un discurso plurinacional del Estado, hasta el punto de defender el derecho de autodeterminación de los diferentes territorios de España, lo que le hizo ganar mucho apoyo en Galicia, Euskadi o Cataluña. Podemos tiene su gran apoyo en las grandes ciudades (gobierna en coalición en los ayuntamientos de Madrid y Barcelona, por ejemplo) y entre la gente más joven. Es la formación preferida de la “gauche divine” urbana, entre los funcionarios progresistas acomodados, etc.

El histrionismo de su líder Pablo Iglesias, junto con una gestión del tiempo político cada vez más errática, ha hecho que el fenómeno vaya atemperándose. Particularmente controvertida fue su actuación tras las Elecciones Generales de 2015, impidiendo que consiguiera la presidencia del Gobierno el PSOE de Pedro Sánchez y provocando otras elecciones para 2016. La apuesta de su líder fue concertar una alianza con IU para buscar “el sorpasso”, el viejo sueño de los comunistas españoles de superar al PSOE en las urnas. No solo no lo consiguió, sino que provocó toda la cadena de acontecimientos que volvieron a situar al PP en el Gobierno de la nación y el terremoto interno que vivió el PSOE.

A día de hoy Podemos sigue con una sólida base que se sitúa alrededor del 15% en intención de voto y en sus sectores más proclives. Pero parece lejos de aspirar a sustituir al PSOE como gran fuerza alternativa al PP. Sus últimos movimientos le han resituado en el espacio de la izquierda que tradicionalmente ocuparon el PCE e IU (Izquierda Unida) y parece haber abandonado, más allá de algún tic, sus aspiraciones de mayoría transversal.

·         ¿Es posible encontrar puntos de encuentro y/o colaboración entre la socialdemocracia clásica y los nuevos partidos?

Uno de los motivos de la pérdida de fuelle de Podemos entre el electorado, vino motivado por la despiadada lucha estratégica y personal entre sus dos líderes más reconocidos. Por un lado, Pablo Iglesias, partidario de una línea dura “antiPSOE” en la búsqueda de la hegemonía, y por otro lado Íñigo Errejón, partidario de la colaboración de las izquierdas. En el último Congreso de Podemos triunfó el primero y a ello sobrevino una purga de los partidarios de Errejón. Lo paradójico es que, tras la victoria de Pedro Sánchez, el Podemos “duro” ha tenido que acabar virando su estrategia y acoger las tesis de Errejón. Los ataques permanentes hacia un líder muy reforzado ante la opinión pública, tenía un efecto rebote para Podemos.

Actualmente se está viviendo un descongelamiento de unas relaciones que eran muy difíciles, exteriorizándolo hacia la opinión pública de forma visible. Se traslada así a escala nacional lo que ocurre ya en muchos gobiernos municipales y de comunidades autónomas, lugares donde PSOE y Podemos, sea mayoritario uno u otro, sustentan gobiernos progresistas.

Coinciden los análisis politológicos más serios y también ya las direcciones de ambas formaciones, en que la lucha descarnada entre las formaciones les resta a los dos y que, sin embargo, la colaboración entre ambas multiplica. Se le ha venido a llamar a esta nueva relación “competición virtuosa”. Se asume como evidente que la izquierda solo gobernará en los próximos años si aprende a competir desde la colaboración. Es imprescindible para la izquierda española movilizar una parte de su electorado con fuerte pulsión abstencionista y que solo votará si la expectativa de gobierno de la izquierda es real.

Un reposicionamiento más posibilista de Podemos, junto con un reposicionamiento a la izquierda del PSOE, ha facilitado que la mayoría de los electorados de ambas formaciones vean con buenos ojos esta nueva época de colaboración. Y es evidente que el liderazgo de Pedro Sánchez y la renovación en el PSOE ha consolidado a éste como fuerza principal de la izquierda (aunque es posible que todavía en muchas grandes ciudades y en Cataluña y Euskadi, Podemos siga teniendo una implantación tan fuerte como para competir por la primera plaza).

Sigue siendo un punto de fricción principal entre las dos formaciones, eso sí, el tratamiento de la crisis secesionista en Cataluña. Podemos es partidario de facilitar sin más un referéndum de autodeterminación, tal y como piden las fuerzas independentistas, y de aceptar su resultado (aun cuando se declara formalmente en contra de la secesión). El peso en su coalición de los partidos de corte nacionalista condiciona sin duda su posición, hasta el punto de que para no generar tensiones con las formaciones aliadas en otros territorios, ha tenido que extender la defensa de la autodeterminación a cualquier territorio español que lo solicite; una especie de barra libre a la autodeterminación de cualquier Comunidad Autónoma.

El PSOE es partidario por el contrario de una vía dialogada, que culmine en una reforma federal del Estado y con el reconocimiento en la Constitución Española de la realidad nacional catalana. Eso implicaría reformas constitucionales y que se celebrara un referéndum en toda España para su ratificación. Pero se muestra radicalmente contrario a una autodeterminación unilateral de una parte del Estado, y más conculcando ésta la legalidad española.

Se abre un tiempo político diferente en España. El país disfrutará con toda probabilidad de un tiempo de estabilidad sin enfrentar procesos electorales (el primer hito serán las Elecciones Europeas, Regionales y Municipales en 2019), lo que posibilitará a las fuerzas de izquierda poder trabajar a medio/largo plazo e ir puliendo disfunciones. En este tiempo también PSOE y Podemos tienen la oportunidad de perfeccionar su colaboración, de forma que independientemente de qué partido sea el mayoritario, haya una alternativa real en el Estado a una corrupta derecha española, que ha transformado el país en una “latrocracia”, y que se ha beneficiado del cainismo en la izquierda para perpetuarse en el poder.

Al tiempo, será interesante observar cómo el PSOE resuelve su reposicionamiento en un espacio socialdemócrata puro, volviendo a las esencias de un proyecto transformador que combata el modelo neoliberal. El PSOE no pretende moderar el neoliberalismo, sino plantear un modelo alternativo y, para ello, necesariamente tendrá que contar con la colaboración de la familia socialdemócrata europea (que no renuncia a liderar).
Vienen tiempos interesantes para los socialdemócratas en nuestra Europa.




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